miércoles, 26 de mayo de 2010

La Cruz y el Amor de Dios


1 Juan 4:9-11
¿Alguna vez has dudado del amor de Dios? ¿Alguna vez has llegado a considerar seriamente si de verdad Dios te ama, o si de verdad Dios nos ama?
¿Cómo entender, pues, eventos que han atraído la atención de todo el mundo, como los recientes terremotos que azotaron al país de Haití, donde según datos oficiales, murieron más de 100 mil personas? ¿O los ataques terroristas de aquel 11 de septiembre de 2001? ¿O aquel incendio en una guardería en Hermosillo Sonora (México) donde murieron 41 niños de entre 11 meses y los 4 años quemados o ahogados?
Sin embargo, no es necesario leer estas noticias para hacerse esta pregunta; basta revisar el dolor o el sufrimiento en tu propia vida para cuestionarnos si Dios verdaderamente es amor:

* Quizá has sufrido muchas injusticias a lo largo de tu vida
* Quizá alguien te hizo perder mucho dinero
* Posiblemente has estado enfrentando decepción tras decepción
* Quizá tu salud no mejora a pesar de todo lo que has intentado
* Quizá tus esfuerzos en conseguir bienes materiales no han sido suficientes
* Quizá hayas experimentado alguna tragedia

Es inevitable que cuando enfrentamos situaciones como éstas, reconsideremos el asunto del amor de Dios. Todas estas y muchas otras más son el terreno propicio donde surge y crece la duda acerca si Dios en realidad ES amor. O al menos, es el terreno para quedar confundidos y con más preguntas que respuestas. Este asunto es de vital importancia por las repercusiones que tienen en nuestras vidas. Vivir constantemente con la duda del amor de Dios nos posiciona en arenas movedizas:
-Podemos pensar que tenemos derecho de estar enojados con él y vivir alejados de Él. Mucha gente en este mundo no quiere saber nada de Dios, porque, a su juicio, él no le ha mostrado amor.
-Es posible que no veamos el sentido de hacer lo correcto. Después de todo, ¿cuál es la razón para obedecer a un Dios que no nos ama?
-Es posible que vivamos justificando nuestra rudeza, nuestra amargura y rencor contra los demás.

Como podemos ver, lo que creamos acerca del amor de Dios en nuestras vidas tiene un impacto directo en nuestra relación con Él y con los demás. Por eso necesitamos escuchar con mucha atención la bendita Palabra de Dios. En ella encontramos la respuesta a nuestras inquietudes más importantes. Dios no quiere que vivamos engañados o confundidos acerca de su amor y nos muestra con claridad lo que él piensa al respecto. Veamos con detenimiento esta porción de las Escrituras para encontramos con una enseñanza alentadora: No hay mayor prueba del amor de Dios que la cruz.

I. EL AMOR DE DIOS ES UNA REALIDAD EN LA QUE PUEDES DESCANSAR (9a y 10a)
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros… En esto consiste el amor…

Miremos lo que dice el apóstol Juan: dos veces nos menciona el hecho de que Dios nos ama, de que Dios es amor, para que no nos quepa la duda. Nos debe bastar con que Dios nos lo diga. El amor de Dios es un hecho cierto, de modo que lo único que nos toca hacer es creerle y vivir confiados en esa verdad.
Lamentablemente, esa no es nuestra respuesta; en lugar de eso, observamos las circunstancias, ya sea en nuestras propias vidas o en las de los demás y sacamos malas conclusiones: "Dios no me ama como tanto se presume en la Biblia."
Somos más prontos para escuchar las mentiras de nuestro corazón que para creer las palabras de Dios como están escritas en las Escrituras. Nunca debemos dejarnos llevar por los impulsos de nuestro corazón, pues la Biblia misma nos enseña que es engañoso más que todas las cosas (Jer. 17:9). Y es precisamente esta realidad invasora de un Dios amoroso lo que debe guiar nuestro entendimiento de todo cuanto sucede en nuestra propia vida y lo que sucede a nuestro alrededor.
Gracias a Dios, -hasta ahora- no necesito lentes para leer. Lo único que debo hacer es alejar un poco lo que necesito leer. Pero otros sí necesitan usar lentes. Los lentes les permiten ver con claridad las palabras, enfocar la imagen y así entender correctamente lo que están leyendo. De igual forma, no podemos darnos el lujo de leer las malas noticias de este mundo o de nuestras propias vidas sin los lentes de esta realidad de que Dios, a pesar de lo que sucede en este mundo o en nuestras vidas, sigue siendo amor. Dios Es amor por la sencilla razón de que él DICE que es amor.
Si lo pensamos bien, se trata de una experiencia de fe; pues nuestros sentidos nos pueden engañar al considerar el sufrimiento y el dolor que vemos a nuestro alrededor. No tenemos que vivir esclavizados o engañados por lo que nos dicte el corazón o por las conclusiones equivocadas de las personas. La realidad del amor de Dios no depende de las noticias de los periódicos. Depende de lo que él mismo nos dice.
Sin embargo, hay más que observar para comprender esta realidad del amor de Dios…

II. EL AMOR DE DIOS TIENE SU EXPRESIÓN MÁXIMA EN LA MUERTE DE CRISTO (9b y 10b)
… en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él… él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Este es uno de los pasajes más categóricos de toda la Biblia: No hay mayor muestra del amor de Dios por las personas que la Cruz del calvario adonde Cristo Jesús fue a morir por nuestros pecados hace más de 2 mil años. Como dice un conocido comercial en TV: "No hay, no existe."
Pero ¿por qué el amor de Dios tiene como máxima expresión la muerte de Cristo? ¿Por qué la muestra más grande del amor de Dios no consiste en…
* impedir el maltrato a tanta gente inocente?
* evitar grandes tragedias?
* acabar con el hambre de la gente pobre?
* acabar con las enfermedades que cortan la vida de mucha gente?
* evitar los fenómenos naturales que traen tanta desgracia?
En pocas palabras, ¿por qué -si Dios es amor- no acaba con la maldad y el sufrimiento que vemos en el mundo? En realidad, no se trata de una respuesta fácil. Existen muchos lados en la respuesta. Sin embargo, podemos responder según lo que tenemos en estos versículos.
Se dice que “A grandes males, grandes remedios”. Nuestro mayor problema NO es el sufrimiento, ni la ignorancia, ni la enfermedad, ni la pobreza. Nuestro más grande problema está dentro de nosotros mismos: nos hemos rebelado contra Dios y merecemos morir; merecemos el castigo justo por nuestras faltas. Dios nos creó para que vivamos en obediencia a Sus mandamientos, pero nosotros hemos decidido vivir haciendo nuestra voluntad, por encima de la de Dios. La Biblia dice que la IRA de Dios está sobre la cabeza de todo aquel que no ha venido a él en sincero arrepentimiento y fe (Juan 3:36). La paga por nuestro pecado es la muerte eterna (Rom. 6:23). Ése es nuestro verdadero y mayor problema como seres humanos.
¿Qué ha hecho Dios al respecto? Como leemos en estos versículos, Dios envió a su Hijo para morir como un sacrificio en nuestro lugar. La palabra propiciación quiere decir que para que la ira de Dios se aplaque es necesaria la muerte de Cristo, como el pago perfecto y completo por nuestras faltas. Esa es la solución para que podamos estar en paz con Dios: el sacrificio de Cristo en la cruz. Esa solución nos garantiza la esperanza de la vida eterna, el gozo de una nueva vida reconciliada con él si nos arrepentimos y nos rendimos al gobierno de Jesucristo en nuestras vidas. Es por eso que la MAYOR muestra de su amor por nosotros es el sacrificio de Cristo.
Así que, Dios NO nos amaría de verdad si solamente solucionara todos los males que nos aquejan en esta vida y no hubiera enviado a su Hijo a morir por nosotros. Tendríamos una vida terrenal sin complicaciones, pero pasaríamos toda la eternidad lejos de él. Eso sí sería la PEOR muestra de indiferencia y odio que pudiéramos conocer de Dios.
Por eso, el enfoque del amor de Dios está en la salvación de nuestras almas, ANTES QUE las condiciones externas de este mundo, que un día llegarán a su fin, cuando Cristo venga de nuevo y su justicia corrija todos los males que aquejan nuestro mundo. Por eso, No hay mayor prueba del amor de Dios que la cruz.
Finalmente, este amor que es una realidad ineludible y que vemos manifestada a lo máximo en el Calvario tiene implicaciones directas en nuestra vida diaria. En otras palabras, ¿cómo debe afectarnos en nuestro diario vivir? Miremos el vr. 11

III. EL AMOR DE DIOS ES LA RAZÓN PARA TRATAR CON AMOR A LOS DEMÁS (Vr. 11)
Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

Esta es la conclusión y la aplicación más lógica de esta enseñanza. Está en forma de ley de causa y efecto. Lo que nos dicen estos versículos es que el amor máximo de Dios por nosotros en la cruz tiene que reflejarse con toda claridad en nuestro trato a los demás, INDEPENDIENTEMENTE de si los demás nos aman o no. No existe ninguna excusa que justifique nuestra falta de amor a los demás. Muchos de nosotros vivimos nadando en el océano de la amargura, del rencor, del alejamiento y de la falta de amor a ciertas personas debido a lo que nos han hecho en el pasado.
Pero la Biblia nos dice que si alguien ha recibido el perdón de sus pecados por la fe en Jesucristo, también ha experimentado el amor de Dios a su máxima potencia y por lo tanto puede tratar a las personas con ese mismo amor que perdona, que restaura y que nos acerca.
Pensemos por un momento que todos los sufrimientos indescriptibles que Jesús experimentó en su agonía del Calvario fue debido a su amor por nosotros. Así que Dios no espera otra cosa menos que ese amor hacia su prójimo. No esperes a que las engañosas pantallas de tu radar de amor te indiquen si debes amar o no; mira la cruz y decide amar; si eres un creyente en Cristo Jesús, el amor de Dios ha sido derramado en gran manera en tu corazón (Rom. 5:5).
¿A quién te cuesta hoy más trabajo amar? ¿Vas a seguir levantando esa pared que te mantiene alejado de esa persona? ¿O vas a decidir mirar la cruz y recibir la fuerza para amarla?
Cuando dudes del amor de Dios, hay un solo lugar al que debes mirar firmemente: la cruz de Cristo. Eso te inyectará confianza y fuerzas en esta vida para amar a Dios y a los demás.

Así que el amor de Dios es una realidad a la que debemos aferrarnos firmemente para caminar en esta vida de modo que obedezcamos a Dios y bendecir a nuestro prójimo. Pero también es cierto que es imposible dar lo que no se tiene. Quizá piensas honestamente que no puedes amar a ciertas personas, y eso puede ser una evidencia de que no hayas experimentado el amor máximo de Dios al perdonar tus pecados. Lo que la Biblia dice es que necesitas venir a Jesucristo en arrepentimiento sincero y depositar toda tu confianza en el sacrificio que él hizo en la cruz. Clama a él con todas tus fuerzas, reconociendo tu rebelión a sus mandamientos, y rindiéndote a él de todo corazón. Él te dará el perdón de sus pecados y derramará su amor en ti de tal manera que no habrá espacio para la duda y entonces empezarás a amar a la gente como Dios nos pide.

jueves, 20 de mayo de 2010

Reflexiones de un marido...




1. Mi mujer y yo, siempre que salimos, caminamos tomados de la mano...
Si la suelto, se pone a comprar...

2. Ella tiene una batidora eléctrica, una tostadora eléctrica, una máquina eléctrica para hacer pan... Un día me dijo: "Caramba, tengo un montón de aparatos eléctricos, y no tengo nada para sentarme..."
Pensé en comprar una SILLA ELÉCTRICA, pero me contuve...

3. Yo me casé con "doña Tengo Razón"..
Solo que no sabía que su segundo apellido era "Siempre"

4. Hace ya 18 meses que no hablo con ella...
Es que no me gusta interrumpirla...

5. Tengo que admitir que nuestra última discusión fue culpa mía... Ella me preguntó: "Que estás viendo en la tele...?"
Yo le contesté: "Bastante polvo..."

6. Un día nuestra cortadora de césped (eléctrica) se estropeó... Mi mujer me colmaba la paciencia dándome a entender que yo debería arreglarla. Por mi parte, siempre terminaba haciendo otras cosas más importantes como lavar el coche, hacer un informe, en fin, lo que para mí parecía más importante. Un día a ella se le ocurrió un ingenioso modo de convencerme, muy sutil. Cuando llegué a casa, la encontré agachada en el césped, alto, ocupadísima recortándolo con su tijerita de costura; eso me llegó al alma, me emocioné. Decidí entrar a la casa y después de unos minutis volví con su cepillo de dientes. Se lo entregué, y se me ocurrió decirle: "Cuando termines con el césped, ¿podrías también barrer el patio?"
Después de aquello, no me acuerdo de nada... mi mente está en blanco.... Los médicos dicen que volveré a caminar, pero que tendré que cojear por el resto de mi vida... !!!!!

El matrimonio es una relación entre dos personas, en la que una siempre tiene la razón, y la otra es el marido.

CON AFECTO, PARA TODO EL GREMIO DE LOS ATRIBULADOS MARIDOS

miércoles, 19 de mayo de 2010

Morir es Ganancia


Para mí... el morir es ganancia. Fil. 1.21


Qué extraño! En un mundo donde se nos enseña a obtener todo tipo de ganancias a través de casi cualquier forma, la manera más inadecuada e impensable de lograrlo es a través de la muerte propia. Morir como medio de ganancia es un absurdo. Morir no es ganancia.. Al menos, para los ojos de este mundo, morir es una lamentable pérdida. Una pérdida irreparable. De hecho, esa es la frase que se usa para referirse a la muerte de alguien.
En nuestra sociedad, la muerte es la peor de las pérdidas, ya que la percibimos como el enemigo invencible, quien cuando se presenta, no sólo nos llena de temor y angustia, de desesperación y sobresalto, sino que es un enemigo ante quien inevitablemente terminamos derrotados cada uno de sus oponentes.
Pero el apóstol Pablo insiste: “morir es ganancia”. ¿Cómo es que puede afirmar semejante idea? La respuesta es sencilla y se encuentra exactamente en la frase anterior del mismo versículo. Morir es ganancia solamente para aquellos que pueden afirmar que el vivir es Cristo. Es decir, sólo aquellos que han recibido una nueva vida a través de una relación vibrante por la fe en Jesucristo no sólo han recibido el perdón de sus pecados, sino también han asegurado la vida eterna junto a él. El futuro ahora contrasta totalmente con la vida aquí en la Tierra, una vida amenazada por el sufrimiento, la angustia, la enfermedad y la confusión. Entonces, la muerte no es sino la antesala a la verdadera vida que será nuestra por los siglos de los siglos. Sólo de esta manera es posible entender que el morir es ganancia.
Si morir es la mejor ganancia para el cristiano, entonces podemos cobrar ánimo y gozo al considerar las siguientes realidades:
• la situación de hoy no es el fin de la historia,
• hay una vida infinita e indescriptiblemente mejor que la que tenemos hoy,
• lo mejor apenas está por venir,
• la verdadera vida reservada para nosotros está después de la muerte,
• podemos y debemos vivir HOY con esperanza.

Sí; el morir es ganancia porque morir en Cristo significa estar CON Cristo y finalmente, un día ser COMO Cristo.
¿Hay algo mejor?

¿Qué estás pensando?


Romanos 8:4-8
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Hay una pregunta que siempre encuentro cada vez que abro mi página del Facebook: ¿Que estás pensando? Me parece una buena pregunta. Una de las bendiciones que gozamos los seres humanos es la capacidad de pensar, de considerar, de fijar nuestra atención en un objeto o idea que nosotros escojamos. Dios nos dio la capacidad de hacer una pausa y decirle a nuestra mente: piensa en esto y no en aquello. Podemos fijar nuestra atención en una idea, una imagen un problema o una esperanza. No creo que los animales puedan hacer esto, pues Dios los creó para conducirse mediante el instinto y el impulso. Dios nos dio la capacidad de pensar acerca de nuestros pensamientos y escoger el objeto o la idea en que nos vamos a detener.

Sin embargo, no siempre usamos la bendición de pensar de manera correcta:
-Somos flojos para pensar.
-No pensamos en nuestros pensamientos
-No pensamos en las cosas importantes
-No pensamos bíblicamente acerca de los temas reevantes como el futuro, las relaciones personales, el entretenimiento, el sexo, las finanzas, Dios, etc.

Desde hace varias semanas he estado predicando en mi iglesia una serie de sermones basados en el capítulo 8 de de Romanos; este capítulo representa todo un manual para pelear efectivamente contra el pecado en nosotros. Y un arma que Dios nos ha dado en nuestra diaria lucha contra el pecado consiste en este hermoso regalo de Dios, dado para que lleguemos a ser lo que deberíamos ser: el poder de pensar, considerar, de mantener nuestra atención en algo.
Proverbios 23:7 dice que como piensa (la gente) dentro de sí, así es. Es decir, el pensamiento tiene el poder de ir afectando nuestras decisiones.
Entonces, debemos estar alertas a lo que está en nuestros pensamientos, porque el pensamiento es una acción en potencia. Son los pensamientos que están en nuestro corazón lo que van determinando aquello en lo que nos vamos convirtiendo. Por eso encontramos en la Biblia muchas referencias a la responsabilidad de centrar nuestra atención en todo aquello que sea provechoso para nuestra salud espiritual.


  • Colosenses 3:2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

  • Filipenses 4:8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

  • Salmo 119:11 En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

I. EL ESPÍRITU SANTO CAMBIA LA DIRECCIÓN DE NUESTROS PENSAMIENTOS.
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.


De nueva cuenta, nuestros pensamientos tienen el poder de afectar nuestras decisiones. Nuestros actos son el producto de lo que anteriormente habíamos estado pensando. Dios nos diseñó así, para que al poner nuestra mente en Su Palabra, le pudiéramos obedecer. Pero el pecado ha corrompido nuestra mente a tal grado que ya no pensamos según la voluntad de Dios, sino en los anhelos egoístas y rebeldes.
En Efesios 4:17-23 encontramos el estado de nuestra mente cuando éramos incrédulos: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón…

Efesios 2:3 también dice que antes de venir a Cristo, hacíamos “la voluntad de la nuestra carne y de los pensamientos” lo cual nos convertía en “hijos de ira.” Pero ahora que estamos en Cristo, el Espíritu Santo nos ha librado de la ley dominante del pecado en nuestros pensamientos y está activamente renovando nuestra mente para conformarla a la mente de Cristo. Según Romanos 8:14 enseña que el verdadero creyente es gobernado por el Espíritu; y no es una exhortación, sino una descripción de la realidad: todos los que han nacido de nuevo han recibido un nuevo corazón en el que Dios ha decidido escribir su ley para transformarnos: "Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón." (Jeremías 31:33)
Por eso, el llamado de cada hijo de Dios es 22 despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente…
Así que el cambio en nuestro corazón ocurre a medida que nuestros pensamientos se van adecuando con los pensamientos de Dios, cuando empezamos a poner nuestros pensamientos en los suyos nuestra mente se va renovando para buscar hacer lo que agrada a Dios.

II. NUESTROS PENSAMIENTOS AFECTAN NUESTRO CAMINAR CON DIOS
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Los pensamientos nos conducen a alguna parte, tienen consecuencias prácticas: son como semillas de las que luego cosecharemos su fruto. Estar ocupados pensando en los deseos de nuestra carne, de nuestros deseos idólatras sólo traen separación y alejamiento de Dios; por otra parte, ocupar nuestros pensamientos en todo aquello que Dios quiere para nosotros traerá vida y paz. Isaías 26:3-4 dice: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos."
Pablo dice muy claramente que no pensar en las cosas del Espíritu no sólo es una cuestión de pereza; es un asunto de vida o muerte. Pablo menciona que las intenciones de nuestra naturaleza caída son enemigas a Dios, pues no están sometidos a la ley de Dios, y por ende, pensar en los deseos de nuestra carne resulta ser del desagrado de Dios.
Cada vez que estamos ocupados afanados, preocupados e inmersos en pensamientos vanos, estamos perdiendo la oportunidad de traer luz, ánimo, vida y paz a nuestros corazones. Por el contrario, ocupar nuestra mente con las palabras de Dios nos conducirá a una vida que honre a Dios con nuestras decisiones.


APLICACIONES: Toma las riendas de tus pensamientos.
1. Piensa en tus pensamientos.
¿Qué estás pensando? –Pregúntatelo constantemente ¿Qué dicen tus pensamientos acerca de lo que es realmente importante en tu vida? ¿Está Dios en aquellas cosas que mantienen ocupada tu mente? ¿estás buscando las cosas de arriba, el reino de Dios y su justicia? ¿Estás pensando en las mejores formas de agradar a Dios y cumplir su voluntad? ¿O estás inmerso en tus pensamientos, tus sentimientos?


2. Pasa tus pensamientos por la aduana. Secuestra todo pensamiento rebelde a la santa ley de Dios. Debes entrenar tu mente para rechazar cualquier pensamiento que no traiga gloria a Dios. Dice Pablo que nuestra tarea es “derribar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”… 2 Corintios 10:5.

3. Clausura las fuentes de pensamientos terrenales. Aleja cualquier contenido cuestionable. No proveas para los apetitos de la carne.

4. Estudia y medita seriamente en las Escrituras. Toma lápiz y papel y empieza a estudiar la Biblia con cuidado. En vez de traer tus pensamientos a la Palabra, deja que ella traiga sus pensamientos a tu mente.

5. Guarda la Palabra en tu corazón. Empieza un sistema de memorización de las Escrituras. Busca algunos versículos que sean relevante a alguna lucha o tentación presente, apúntalos en una tarjeta y llévatelos a cualquier lugar y aprovecha cada oportunidad para inundar tu mente con los pensamientos de Dios. La mera Palabra tiene poder.



martes, 18 de mayo de 2010

El poder de Satanás y la gloria de Cristo

(Esta reflexión está basada en las ideas de Piper, pero ampliamente modificadas por este servidor)

El problema planteado
Han pasado más de dos mil años desde que Jesús vino a este mundo, vivió una vida perfecta, enseñó la verdad de Dios, realizó milagros extraordinarios, fue a morir a la cruz por nuestros pecados, resucitó al 3er. día y ascendió a los cielos. De manera particular ese es el motivo de la celebración de esta semana.
Por un lado, los cristianos hemos vivido todo ese tiempo en medio de luchas de diferentes tipos y distintas intensidades: persecuciones que les ha costado muchas incomodidades, mucho sufrimiento, el bue nombre, e incluso la misma vida. Impresionantes testimonios se han dado a conocer de cómo el Señor los ha fortalecido en medio del dolor indescriptible. La fe de la iglesia se ha alimentado con la sangre de los mártires fieles a Jesús.
Por otro lado, el mundo ha visto horrorizado cómo se ha manifestado la maldad frente a sus ojos sin que pueda hacer gran cosa: enfermedades, muertes, injusticias, desastres naturales. Sabemos que aunque a veces se pueden distinguir a los responsables causantes de todos estos males que nos aquejan, sabemos que en el fondo podemos entrever la presencia de Satanás como autor intelectual y a veces material de tanta maldad en nuestro mundo.
Es entonces, al engranar estas tres piezas que surge una pregunta: ¿por qué Satanás sigue vivo hasta hoy? ¿Por qué Dios no aniquila al enemigo de nuestras almas, al enemigo de los propósitos de Dios? ¿Por qué Dios no simplemente le ordena ir al infierno, como tenemos la esperanza que lo hará un día? O al menos, ¿por qué no neutraliza su influencia poderosa sobre todo? O ¿Por qué no limita al mínimo sus poderes dañinos sobre la creación?

Exploremos dos posibles razones
1. Quizá Dios quiera darle a él y sus demonios una oportunidad de que se arrepientan. Pero la Biblia enseña que el diablo y sus ángeles son irredimibles. Jesús lo implica cuando dice que el fuego eterno ha sido preparado para el diablo y sus ángeles” (Mat. 25:41). Y Judas lo confirma cuando dice que los ángeles caídos están encarcelados en oscuridad para el juicio del gran día” (vr. 6). Por tanto, la razón por la que Cristo retiene su juicio contra ellos es para no darles una oportunidad de arrepentirse y ser salvos.

2. Quizá Dios respeta su voluntad y por eso no los detiene. No. Demasiados textos ilustran el derecho y el poder de Cristo para restringir y eliminar a Satanás y sus demonios. Por ejemplo, 1) “[Cristo] ordena hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen” (Mar. 1:27). 2) Cuando Satanás actúan en libertad, es únicamente con el permiso de Dios. “Simón, Simón, he aquí que Satanás ha pedido permiso para zarandearte como el trigo; pero yo he orado para que tu fe no desmaye” (Luc. 22:31,32).

Bueno, si no es porque quiera salvarlos o porque respeta su libre albedrío, ¿cuál es, entonces, la razón por la que Satanás y sus demonios permanecen con vida hasta hoy? Dios debe tener una muy buena y extraordinaria razón para hacerlo, y debe ser mucho más importante que meramente eliminar su destructora presencia. ¿Por qué pues - preguntamos de nuevo- Dios ha dejado a Satanás obrar hasta hoy? ¿Por qué no lo elimina de una vez y para siempre?

Hacia la solución de la tensión
1. Hebreos 2.14 ofrece una respuesta: “Él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”. En otras palabras, Cristo se hizo humano para que pudiera morir, y de esta manera, “destruir” al enemigo. Ahora bien, el texto dice que Satanás es vencido mediante la muerte de Jesús. Pablo lo dice así, en referencia a la muerte de Cristo: “Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:15) Pero, ¿en qué sentido despojó a los principados y a las autoridades de Satanás? Porque él aún ciega, tienta, engaña, etc.
Como que Satanás aún no se ve despojado o destruido, ¿no? Entonces, ¿cómo es que fue despojado por la muerte de Jesús?

2. Una forma de responder es diciendo que la muerte de Jesús nulificó el efecto condenatorio del pecado para todos aquellos que confían en Cristo. Él le arrebató de la mano de Satanás el arma del pecado que es destructora del alma, la única arma que nos puede condenar: el pecado no perdonado. Fíjense en lo que dice 1 Cor. 15:55-57:
“¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?, Porque el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley. Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Pero ¿cómo es que el pecado es el aguijón de la muerte? Porque únicamente el pecado sin perdonar puede condenar el alma y hacer de la muerte una puerta al infierno. Por tanto, la forma en que Satanás puede destruir el alma no es mediante sesiones espiritistas o apariciones o enfermedad o persecución, sino solamente asegurando la culpa de nuestro pecado. Pero “Gracias sean dadas a Dios”, dice Pablo, “que nos da la victoria mediante nuestro Señor Jesucristo.”

3. Así que, si nuestros pecados están perdonados gracias a Cristo, Satanás no tiene ningún arma que nos pueda hacer daño. Claro; nos puede herir, incluso matarnos, pero no puede condenarnos. Eso es lo que significa Hebreos 2:14 cuando dice que mediante la muerte Cristo “destruyó al que tenía el imperio de la muerte”. Satanás tenía el “poder de la muerte” en el sentido de que él sujetaba el mortal “aguijón de la muerte”. Pero ahora, por la sangre de Cristo, nuestros pecados son perdonados, y el poder de Satanás para destruir el alma queda nulificado para todos los que están en Cristo. No hay condenación, de Satanás ni de nadie. (Rom. 8:1)

4. También puede verse en estas palabras: “el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley” (1 Cor. 15:56) Si el pecado es el aguijón letal de la muerte, es debido a que la ley fija una pena eterna por el pecado. “La paga del pecado es muerte [eterna]” (Rom. 6:23) Pero cuando Cristo murió como nuestro perfecto sustituto, Pablo dice que Dios “anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz. (Col. 2:14). De modo que el arma de la ley le fue quitada de la mano de Satanás. Él no la puede usar para condenar al pueblo de Dios.

Satanás es hoy un enemigo vencido

1. Ahora que estamos si pecado y sin ley que nos condene, oprima y acuse, Satanás es un enemigo vencido. Está desarmado. Cristo ha triunfado sobre él, no aniquilándolo, sino permitiéndole vivir y mirar a lo largo de todo este tiempo a millones y millones de redimidos que día a día van recibiendo el perdón de sus pecados, le van dando las espaldas a Satanás y sus propósitos, debido a la gran gloria y el gozo verdadero que descubren en la gracia de Cristo. Ha sido una dolorosa y lenta victoria para el Señor, pero una derrota agonizante para el diablo, como le hace el gato al ratón.

2. Sí; ha sido un triunfo costoso, pero los valores de Dios no se aprecian con facilidad. Si Dios simplemente le hubiera puesto fin a Satanás, entonces, no habría quedado tan claro que Dios es más fuerte e infinitamente más deseable que Satanás; porque Dios desea que su gloria brille no sólo a través de actos de poder físico, sino también a través de actos de poder espiritual y moral que exhiba la belleza de su gracia en una amplia variedad de colores. Esa es la verdadera guerra espiritual, a la que Dios nos ha hecho ser parte: compartiendo el evangelio con aquellos que no lo conocen.

3. Es por eso que Dios no ha aniquilado a Satanás del mundo: la estrategia de Dios es mejor que nuestros planes; tomarnos a los pecadores de las manos de Satanás por medio del sacrificio de Cristo, quien llevó nuestro pecado y mediante su obediencia completa de la ley que hizo al Padre, fue una victoria más completa que la mera aniquilación del enemigo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Mi familia


Esta es mi familia, la mayor de las responsabilidades y el mayor de los desafíos que Dios me ha dado. La que está a mi izquierda es Diana Laura, mi hija mayor, quien recientemente cumplió 15 años.
Ruego por sus oraciones para crecer en fidelidad al Señor para vivir en el poder del evangelio y dirigir a mi familia en los principios de la Palabra de Dios.

Los Bancos y Nuestro Gozo

El otro día me encontraba en el banco haciendo una larga fila para realizar el pago mensual de mi casa. La fila parecía interminable, y tenía poco tiempo; de repente, advertí una fila en una de las ventanillas que era más corta, y pensando que era muy inteligente por haber sido el único que la había notado, me dirigí para realizar mi pago. La señorita que estaba atendiendo me preguntó: Buenos días, ¿es usted cliente preferencial con nosotros?” Yo respondí que no, pero que venía a hacer mi pago mensual de la casa, a lo que respondió: “Entonces tiene que formarse en aquella fila, porque ésta es sólo para nuestros clientes; son para los que nos han distinguido con su confianza al resguardar su dinero con nosotros”. Con mucho pesar, regresé de nuevo al último lugar. Ese día aprendí una lección importante: hay consecuencias importantes dependiendo de dónde uno guarda su tesoro.

¿Dónde está depositada tu tranquilidad? ¿Dónde está resguardada tu alegría? ¿De qué depende tu paz, tu gozo? ¿En cuál banco los has depositado? ¿Puedes retirar gozo cuando lo necesitas?
Básicamente, nuestro gozo y nuestra tranquilidad descansan en:

1. LA GENTE.
Estamos contentos y tranquilos siempre y cuando las personas son lo que deben ser, cuando hacen lo que deben hacer, cuando se comportan como deben comportarse, o cuando están donde deben estar, a la hora en que deben estar. Dependemos de que las personas nos traten bien, o de que cumplan lo que tienen que hacer; cuando nos dejan mal, cuando cambian sus planes y afectan los nuestros entonces perdemos la calma, la tranquilidad y nos enojamos. Nos entristecemos, y desilusionamos. Cuando nos dicen lo que no esperamos o lo que no nos gusta, entonces, nos inquietamos, discutimos y finalmente nos alejamos.
Quizá el día en el trabajo no estuvo tan pesado como normalmente sucede, y llega uno a la casa a descansar; sin embargo, la noticia de que uno de los hijos fue reporado con mala conducta en la escuela significa el fin de nuestra paz, y de la armonía en el hogar.
La gente no es un banco confiable para resguardar nuestra tranquilidad y paz.

2. LAS COSAS.
Estamos de buen humor siempre y cuando los aparatos, dispositivos y demás herramientas del uso diario funcionan como deben de funcionar, o están disponibles en el momento en que los necesitamos.
Mi auto no ha estado funcionando muy bien, y me ha estado dejando mal: la batería, los frenos, etc. Aunque debo confesar que en parte se debe a que no le doy el mejor mantenimiento, no obstante, cuando no es el resultado de nuestra irresponsabilidad y las cosas se echan a perder o no funcionan, se convierten también en la oportunidad para nuestra calma y alegría sean secuestradas. ¡Cuántas veces nos hemos enojado porque se nos acaba la batería del teléfono celular, o cuando se agota el gas, o se echa a perder el ventilador en plena época de calor!
Al igual que las personas, las cosas no son un banco confiable para depositar nuestra tranquilidad y paz.

Estos “bancos” son en realidad ladrones de nuestra paz y gozo. Al depositarlos en ellos caemos en la trampa de que son plenamente confiables; lamentablemente es tarde cuando nos damos cuenta de esta realidad. Y también son fraudulentos, porque nos prometen resguardar nuestra tranquilidad, cuando, en realidad, no cumplen lo que han prometido.
Por el contrario, la Biblia dice que cuando nuestro gozo y paz descansan en la persona de Dios y en sus propósitos para nosotros, es en realidad cuando aseguramos nuestra tranquilidad. Él es la única fuente siempre confiable e inagotable de gozo, de paz. El salmo 16:11 dice: “En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre.”

El único banco seguro en el cual resguardar nuestra alegría y paz es en la presencia de Dios y su gobierno perfecto en este mundo. Es un gran alivio salir de la casa todos los días confiando en el hecho de que hay alguien que está conduciendo todos los eventos y relaciones en nuestras vidas para nuestro propio beneficio, que al fin de cuentas consiste en ser transformados en el carácter de Cristo Jesús (Rom. 8:28)
Cuando nuestra paz y nuestro gozo están puestos en el Dios que a cada segundo gobierna cada movimiento de nuestra vida, podemos enfrentar confiadamente los imprevistos y desilusiones que recibimos de la gente y del mal funcionamiento de las cosas, porque no estamos dependiendo de ninguno de ellos para estar y vivir en paz.
Todos los demás bancos se declararán en quiebra un día; el banco de la soberanía de Dios y de su amoroso cuidado sobre sus hijos, que es donde debe estar depositada nuestra esperanza, paz y gozo, siempre nos dará todo lo que necesitemos, para nuestro propio disfrute y para compartir con los demás.

lunes, 10 de mayo de 2010

El Día de las Madres

Hoy es el día de las madres, y siempre hay una oportunidad de agradecerle a Dios por sus vidas. Todos los hijos estaremos eternamente agradecidos por la vida que nos han dado. Creo que su principal satisfacción debe ser que ellas son un reflejo -aunque imperfecto- del amor, el cuidado, y la gracia de Dios para nosotros. Ver a las mamás de esta manera, como una ayuda visual para comprender el perfecto y eterno amor de Dios es la mejor forma de honrarlas en este y todos los días.
Dios las bendiga y nos las conserve por mucho tiempo.

Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros Isa. 66:13