martes, 17 de agosto de 2010

La Iglesia Vista a través de los Ojos de Dios

2 Corintios 5:14-17

Recuerdo la emoción de la vez cuando fui a mi primera entrevista de trabajo. Llevaba muy bien escrito mi “Curriculum Vitae” (que por la casi nula experiencia laboral más bien parecía ridículum vitae); también había llenado mi solicitud de empleo con una buena letra; había practicado cómo me iba a sentar y a decir seguido “gracias” y por favor. Sin embargo, aparte de la seguridad al hablar y la honestidad en mis respuestas, creo que el consejo más importante que recibí fue el de: “vístete bien, pues -como te ven te tratan”.
Es un hecho: LA MANERA EN QUE PERCIBIMOS A LA GENTE DETERMINA NUESTRO TRATO HACIA ELLA.

Todos tenemos un concepto acerca de la gente que nos rodea: de nuestros padres, nuestros hermanos, de nuestro jefe, nuestros compañeros de trabajo, de nuestros vecinos, de nuestros amigos, y nuestro trato hacia ellos se ve a menudo afectado por la opinión que ya tenemos de ellos.
Por ejemplo, ya sabemos que la vecina de enfrente es chismosita; así que cuando hablamos con ella esperamos que nos ponga al día con lo último de la información de la colonia. Y también nos andamos con mucho cuidado de ella porque también nosotros podemos ser parte de su amplio repertorio. O sabemos que cierto compañero de trabajo es un presumido, por lo que esperamos que siempre nos cuente sus más recientes aventuras donde él se viste de héroe de la película. Y también, nosotros tampoco nos creemos todo lo que nos dice. Quizá también tenemos una familiar nuestra que es doña angustias: siempre contándonos sus interminables penurias en esta vida tan injusta. Con ella siempre le estamos aguantando sus lágrimas y echándole porras para que se sienta mejor.
Lo mismo sucede con nuestros hermanos en Cristo. La forma en que los miramos afecta nuestro trato hacia ellos y por tanto nuestra comunión con ellos. Convivimos con personas en quienes tenemos ciertas expectativas que en un sentido, es normal que las tengamos. Pero como en todas las cosas nuestro pensamiento no siempre es bíblico. Y por ende, nuestra manera de verlos tampoco lo es y la consecuencia es que nos desilusionamos de manera innecesaria. Traemos conceptos equivocados acerca de quién es la gente. Esos conceptos son adquiridos de cualquier parte, menos de la Biblia, por lo que debemos exponerlos bajo la lupa de la Palabra de Dios.
En este pasaje el apóstol Pablo nos recuerda una de las primeras enseñanzas básicas que recibe todo nuevo creyente en Cristo; de hecho las palabras del vr. 17 son conocidas muy bien por la mayoría de los cristianos: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es…” En esta sección, Pablo nos deja bien en claro que los creyentes en Cristo son personas con una nueva identidad, y por lo tanto, necesitamos cambiar nuestra opinión de ellos (vr. 16). En otras palabras, no debemos considerar a nadie según los criterios meramente humanos, sino según lo que ahora Dios les ha hecho ser en Cristo. Entonces, este pasaje nos reta a hacer dos cosas: a)Examinar nuestras ideas equivocadas acerca de quiénes son los cristianos y, b)Descubrir cuál es la perspectiva bíblica que la corrige.

Consideremos , pues 4 opiniones que generalmente nos hemos formado de los creyentes y 4 lentes bíblicas que nos ayudan a entender mejor a las personas que formamos parte de la iglesia; de esa manera podremos relacionarnos de una mejor manera con ellos y así agradar al Señor. Y es posible que además, como pilón, descubramos quiénes somos nosotros en realidad.

Pregunta clave: ¿CÓMO DEBO MIRAR A LA IGLESIA, FORMADA POR MIS HERMANOS EN CRISTO?

1. NO COMO PERSONAS BUENAS, SINO PECADORES PERDONADOS. 1 Cor. 6:9-11

¿Se acuerdan de Saddam Hussein? ¿Cuántos de ustedes –honestamente- se consideran mejor que él? ¿O mejor que Hugo Chávez, o Hitler matando a más de 6 millones de judíos? Los vemos como más merecedores de la ira justa de Dios. Pero, la verdad es que somos iguales de merecedores del castigo eterno en el infierno. La única diferencia es la gracia de Dios.
Veamos de nuevo la lista de pecadores: qué feo, ¿verdad? Notemos que dice al final: Y esto ERAIS –tiempo pasado- algunos, PERO ya habéis sido…
Ver a nuestros hermanos como pecadores perdonados, receptores de la gracia inmerecida de Dios, no sólo es correcto sino que nos ayudará a identificarnos con ellos como personas indignas ante Dios.
No somos mejores que nadie más. Ante Dios, todos los creyentes somos los objetos de su ira infinita. Sin embargo, por la fe en Cristo, hemos recibido el perdón de nuestros pecados. Ya no hay ninguna condenación que cuelgue sobre nuestras cabezas. Sin embargo, no hay nada, ni una pizca de bondad que nos haga ser merecedores del favor de Dios. Lo único que nos separa de ellos es la gracia perdonadora de Dios que recibimos al poner nuestra fe en su sacrificio perfecto a nuestro favor en la cruz.

Aplicaciones
a. No esperes vidas impecables en la iglesia. No esperes perfección.
b. No te preguntes el porqué de su pecado; proviene del mismo lugar donde vienen todos los tuyos.
c. Ellos, al igual que tú, tienen su esperanza de cambiar puesta en el poder del evangelio.

2. NO COMO PRODUCTOS TERMINADOS, SINO OBRAS EN PROCESO CONTINUO DE CAMBIO. Filipenses 1:6; 3:12-14

Otra de las razones por las que nos decepcionamos de los creyentes es porque tenemos expectativas demasiado altas respecto de ellos. En parte se debe a que la Biblia enseña al hecho de que, al estar en Cristo tenemos una nueva vida, recibimos al ES en nuestro corazón. Todo eso es verdad en un 100%.
Sin embargo, el problema no consiste en los estándares de conducta que Dios espera, sino en todo lo que esperamos que el cristiano logre en esta tierra y -además- de manera pronta. Esas expectativas son irrealistas, pues son muy altas, incluso mucho más altas que las de Dios mismo tiene de nosotros. Decimos, por ejemplo: “un cristiano no debería hacer tal o cual cosa”.

Veamos: Todos sabemos estamos de acuerdo en que “Un –verdadero-cristiano …”
a. no comete adulterio ni fornicación… no se emborracha… no roba… no asesina a sangre fría… no secuestra… etc.” Pero…
b. ¿tampoco miente? ¿o siente amargura? ¿o tiene pensamientos obscenos? ¿o se enoja? ¿o se deprime? ¿o recurre a la piratería, etc.? Mmm como que esos pecados no los tomamos en cuenta tan seriamente.

Es cierto que en Cristo tenemos una nueva vida, un nuevo corazón. Pero la realidad es que a pesar de todas esas bendiciones, aún seguimos siendo pecadores, aún seguimos luchando contra los llamados, los anhelos de la carne, aún seguimos queriendo satisfacer nuestros deseos que van en contra de los deseos del Espíritu. Aún seguimos creyendo las mentiras que vienen de Satanás y del mundo.
Entendamos bien esto: no estamos justificando el mal comportamiento de nuestros hermanos; quien cometa esos pecados (los de ambas listas) deben arrepentirse, confesarlos y apartarse de ellos. Pero también es cierto que debemos entender que ser cristiano no es dejar de pecar automáticamente. La obra de Dios en el corazón del cristiano es una obra en constante proceso. Por eso dice Pablo que el Señor seguirá en su obra de transformación… hasta el día de Jesucristo. Hay una obra que secretamente, silenciosamente, invisiblemente está operando en el corazón de los creyentes. Es una obra que a veces nos cuesta trabajo creer.

Aplicaciones
a. Esfuérzate en ser pacientes con ellos en su difícil proceso de madurez. No todos maduramos a la misma velocidad, en todos los aspectos. Recordemos que hay aspectos que nosotros mismos seguimos luchando o no hemos superado suficientemente, mientras que otros no significa ningún problema.
b. Celebra las evidencias de la obra de transformación en sus vidas. Habla palabras de edificación en vez de decepción. La vida cristiana es difícil, pero está encaminándose cada vez más a su final glorioso.
c. Reconsidera tus “casos perdidos”. Hay personas que parecen no responder al evangelio, ni a la oración. No te des por vencido con ellos. El evangelio es poder de Dios.

3. NO COMO VÍCTIMAS DE SU AMBIENTE, SINO RESPONSABLES ANTE DIOS
Lucas 6:45; Deuteronomio 8:2


Tendemos a ver a las personas como pecadores víctimas de las circunstancias: sus sufrimientos, de sus traumas psicológicos, de la falta de amor de sus padres, de alguna decepción amorosa, de alguna afección física, del mal trato de sus compañeros, de Satanás o sus demonios… en fin, o de cualquier ambiente negativo. Sabemos de estas situaciones y decimos: “Pobrecito, con razón. Hay que entenderlo”.
Bueno, hay lugar para sentir compasión por lo que han vivido. Jesús mostró compasión por la gente desprotegida, necesitada, abandonada. Pero eso no significa que las consideremos hasta el punto de pasar por alto su mala respuesta ante sus circunstancias negativas.
El pasaje nos recuerda una enseñanza muy conocida en esta iglesia: que cada uno responde a su ambiente de acuerdo con lo que gobierna en su corazón. No somos personas meramente pasivas, a merced de lo que nos pueda suceder, sino que tenemos un corazón que es activo. Proverbios 4.23 nos recuerda que es del corazón de donde mana –surge- la vida, y por ende, todas nuestras decisiones, pensamientos, anhelos y sueños.
En el pasaje de Deuteronomio, observamos que todas las desavenencias y dificultades extremas a las que fueron sometidos los israelitas en el duro desierto sólo sirvieron para poner de manifiesto lo que había en el corazón de ellos: si habían de confiar o no en el Señor en medio de todo.

Aplicaciones
a. Mostremos compasión hacia la gente que al igual que nosotros, enfrenta situaciones difíciles y complicadas: enfermedad, un pasado tormentoso, relaciones tensas, dificultades financieras, etc. Vivimos en un mundo afectado grandemente por el pecado y sus consecuencias.
b. Pero también llamemos a la gente a su responsabilidad ante Dios, –con firmeza y humildad-. El evangelio nos da el poder para vencer el mal. La vida de Cristo través de su Espíritu es poder, amor y dominio propio para vencer el pecado. Animemos y acerquémonos a la gente en sus luchas contra el pecado en sus corazones.

4. NO COMO OPCIONALES, SINO NECESARIOS PARA NUESTRA SANTIFICACIÓN. Proverbios 27:17 ; Gálatas 6:1

Las relaciones son caóticas y peligrosas; en medio de ellas experimentamos decepción, traición, dolores de cabeza. En más de una ocasión he pensado que sería mejor vivir solos, lejos del alcance de pecadores que sólo nos complican la existencia. Pensamos que la vida sería más agradable, más llevadera con la ausencia de ciertas personas con las que no congeniamos por su manera de ser con nosotros: gente presumida, controladora, insensible a nuestras necesidades, desconsiderada, malagradecida, humillante, etc. Gente con estas características son más un estorbo en nuestro caminar con el Señor.
Sin embargo, la perspectiva bíblica es que no existe mejor laboratorio en el que Dios nos transforma en su imagen que en medio de esas relaciones. Sí, en medio de personas que parece que están allí con la consigna de irritarnos, de provocarnos, de hacernos la vida de cuadritos. No olvidemos que Dios nos ha colocado soberanamente en cada relación: esta familia, esta escuela, estos vecinos, esta iglesia, esta esposa, este hijo, este maestro, este jefe… con el propósito de santificarnos, de hacernos cada vez más parecidos al Señor Jesús.
En teología existe un concepto llamdo "Medios de gracia". Se refiere a los medios por los cuales Dios comunica los beneficios de la obra de redención: La Palabra, la oración, las ordenanzas, la adoración, etc. Entronces, aprendamos a ver las relaciones personales, con todo y su caos como efectivos medios de santificación.

Aplicaciones
a. Agradece a Dios por las personas que ha traído a tu vida. No te quejes. No las evites. Sean quienes fueren, hagan lo que hicieren, Dios las ha puesto allá exactamente con un propósito: transformarte.
b. Míralas como oportunidades para crecer, y para ayudarlos en su caminar con el Señor.

CONCLUSIÓN
¿Vas a seguir mirando y entendiendo a la gente de la misma manera?
Dios espera que tratemos a sus criaturas hechas a su imagen y semejanza, como pecadores, sí, pero también reconciliados con él por su gracia, viviendo en un mundo difícil, y con el propósito de exhibir la obra de su gracia en sus corazones.
Dios espera pues que trates a su iglesia de manera digna, como él las ve al final de los tiempos, y que contribuyamos en esta grande obra de redención que está realizando en este mundo.

3 comentarios:

  1. Excelente meditación hermano Félix,me ha ayudado grandemente a entender muchas cosas, a responder interrogantes que tenía en mi cabeza, gracias a dios por la luz que nos regala a traves de su palabra, Dios le bendiga

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