miércoles, 28 de abril de 2010

El Evangelio para Cada Creyente

EL ABANDONO DEL EVANGELIO EN LA VIDA CRISTIANA
La mentalidad popular en la inmensa mayoría de los evangélicos de hoy es que el evangelio de Jesucristo es de carácter desechable. Por ejemplo, si preguntamos: “¿Qué es lo que el no creyente necesita para ser salvo?” La respuesta es innegable y unánime: “El Evangelio”. Y es la respuesta correcta. Sin embargo, si continuamos preguntando: “¿Qué es lo que el nuevo creyente en Cristo necesita una vez que ha creído el evangelio?”. Las respuestas serían variadas, pero podemos resumirla en una palabra: discipulado: practicar las disciplinas espirituales, santidad y servicio. Es decir, notaremos que la gente piensa que a partir de este momento, el evangelio ya no es requerido De esta manera, el evangelio se hace innecesario, pues se le considera inútil para el discipulado. Y la gente se vuelca a todo lo que el discipulado requiere, olvidándose del evangelio que un día lo salvó. Esto es fácilmente comprobable en los materiales de discipulado que se producen: ¿cuántos incluyen al evangelio para los cristianos y cómo ser cambiados por él? Me temo que ninguno.

CÓMO LOS CRISTIANOS INTENTAN CAMBIAR
Una vez que desecha el evangelio, la gente busca cambiar intentando mediante alguna de las estrategias que se encuentran en estas tres categorías:

HACIENDO: esforzándose en evitar hacer cosas malas, cumpliendo con las disciplinas espirituales: oración, devocionales, auto castigándose y auto premiándose, sirviendo activamente en la iglesia, o rodeándose de gente positiva.
CONOCIENDO: aprendiendo más de la Biblia o aplicando conceptos psicológicos que se toman prestados.
SINTIENDO: amándose a sí misma, liberándose de espíritus malos, buscando experiencias emocionantes o deshaciéndose de su pasado

LA SOLUCIÓN SIGUE SIENDO EL EVANGELIO
Es lamentable observar este abandono del evangelio, pues la Biblia se expresa del evangelio como el poder de Dios para la salvación (Rom. 1.16). La palabra salvación en la Biblia no significa únicamente el mero cambio de estar condenado a estar salvo eternamente. Nosotros hemos limitado el sentido de la palabra, pues creemos que salvación se refiere ÚNICAMENTE al paso de ser un inconverso a ser un hijo de Dios; sin embargo, la Biblia usa la palabra salvación para referirse a la obra completa de Dios en los suyos. Se refiere a todo lo que Dios hace para transformar a un pecador, condenado bajo la ira de Dios, hasta convertirlo en un hijo obediente semejante a Cristo Jesús.
Entonces, el evangelio no sirve EXCLUSIVAMENTE para la salvación inicial del
pecador, sino que es la fuente de esperanza y de poder para ser transformado en la imagen de Cristo; es decir, para la santificación.
La pregunta por considerar es: ¿De qué maneras concretas es el evangelio el poder de Dios para transformarnos? ¿Cómo puedo cambiar con el poder del evangelio con esta sencilla realidad: Cristo murió por nuestros pecados?

1. EL EVANGELIO NOS RECUERDA QUE NUESTRA IDENTIDAD ES AÚN DE PECADORES
Vayamos a uno de los textos más notables de toda la Biblia: En 1 Timoteo 1:15, Pablo dice: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Noten muy bien las palabras que reflejan el auto concepto de Pablo son cruciales. No dice: “yo fui”, como si ya no lo fuera, sino en tiempo presente “yo soy”.
Ahora, es sumamente importante resaltar cómo Pablo fue evolucionando en su auto
concepto. En 1 Cor. 15:9 “El más pequeño de los apóstoles”. En Efesios 3:8 “Menos que el más pequeño de todos los santos”. Y al final de sus días, él se denomina como “el primero (más grande) de los pecadores”.
Veamos que mientras más conocía Pablo el carácter santo de Dios, más reconocía su necesidad de Su gracia como pecador. No es que Pablo era más pecador (eso sería negar la obra de Dios en su vida), sino lo que quiere decir es que cuando el evangelio está funcionando correctamente en nuestra vida, cuando miramos el evangelio en todo su esplendor, nuestra conciencia de nuestra propia pecaminosidad va creciendo de manera consistente. Otra vez, no que nos volvemos más pecaminosos, sino que nos vamos dando cuenta que somos peor de lo que creemos ser.
Nosotros igual, necesitamos crecer en admitir nuestra profunda necesidad de Cristo. Esto es fundamental, pues con el paso del tiempo en nuestro caminar con el Señor, nuestra tendencia es olvidarnos de nuestra identidad básica como pecadores. No me mal entiendan: es obvio que hay una diferencia entre lo que éramos antes de venir a Cristo y lo que somos ahora (Si alguno está en Cristo, nueva criatura es). Antes estábamos bajo la ira de Dios y sin esperanza.
Sin embargo, también es obvio que ¡aún no hemos dejado de pecar! Todavía
seguimos luchando contra el pecado que reside en nuestras vidas. Somos como una especie de híbridos: hemos sido apartados (lo que significa santos), pero aún somos pecadores, lo cual significa que necesitamos el evangelio. Nunca debemos olvidar nuestra condición de pecadores, pues si lo hacemos, perderemos de vista nuestra necesidad de un Redentor, y en su lugar trataremos de salvarnos a nosotros mismos.

2. EL EVANGELIO HACE INÚTILES NUESTROS INTENTOS DE SOLUCIONAR EL PECADO
Una vez que somos creyentes, como ya vimos anteriormente, uno de los efectos de entender el evangelio es darnos cuenta de nuestra condición pecaminosa. Como resultado de conocer y entender la santidad de Dios y su repudio al pecado, empezamos a ver lo indignos que somos. Y es entonces cuando una vez más, hacemos lo que todo pecador hace por naturaleza: a)minimizar nuestras fallas o b)maximizar nuestros aciertos.

Por un lado, intentamos minimizar nuestras fallas, al razonar así:
• No cometo los pecados horribles como…(no soy TAN malo)
• Hago más cosas buenas que malas… (soy más bueno que malo)
• No hago lo que hace fulano… (hay peores que yo)
• Soy humano, ¿qué esperabas? (Soy pecador, así que eso excusa mi conducta)
• Me agarraron en mi peor momento (soy alguien bueno que ocasionalmente hace cosas malas)
• Fulano (o cierta circunstancia) me orilló a hacerlo (no soy responsable)

Por otro lado, intentamos maximizar nuestras buenas obras, apoyándonos en ciertas cosas buenas que hacemos. En ellas intentamos construir nuestra reputación para tener un sentido de valor y dignidad.
• Liderazgo: Puesto que hago bien las cosas como líder, soy mejor que otros líderes que no tienen éxito en sus ministerios.
• Devocional: Soy diligente leyendo mi Biblia, orando, diezmando, asistiendo a los cultos, a diferencia de los demás en la iglesia.
• Teología: Tengo una buena doctrina: Dios me prefiere a mí, y no a aquellos que tienen mala teología (como los bautistas)
• Intelecto: Soy superior a los demás por ser una persona más culta, inteligente y estudiosa que los demás.
• Puntualidad: Soy más disciplinado y estricto con el manejo de mi tiempo, lo cual me hace más maduro que los demás.
• Flexibilidad: la gente me reconoce como una persona muy accesible, a diferencia de los demás que son unos creídos. Siempre tengo tiempo para los demás. Pobres de aquellos que no lo hacen.
• Misericordia: Me importan y hago algo por las personas pobres y necesitadas como los demás deberían hacerlo.
• Legalismo: No me emborracho, no fumo, no tomo, ni tengo amistades que sí lo hacen. Es una lástima que en estos días, a muy pocos cristianos nos importa la santidad.
• Finanzas: Administro mi dinero sabiamente y me mantengo fuera de deudas. No soy como esos cristianos materialistas que no pueden controlar sus gastos.
• Tolerancia: Soy de mente abierta y benévolo con aquellos que no están de acuerdo conmigo. De hecho soy más como Jesús en ese aspecto.

Y la lista podría seguir; sólo piensa en cualquier cosa que creas que te pueda dar un sentido de ser lo “suficientemente bueno” o mejor que los demás.
Al intentar maximizar nuestras buenas obras, lo que en realidad estamos haciendo es ganarnos el favor de Dios con base en nuestros méritos, en nuestro desempeño, en nuestras buenas obras. Y es aquí donde debemos recordar la esencia del evangelio, pues nos olvidamos de lo que dice Efesios 2:9 que “por gracia… no por obras, para que nadie se gloríe”.
¿Qué nos hace pensar que nuestras buenas obras no nos ganan el favor de Dios para ser salvos, pero que una vez que somos salvos, nuestra relación con Dios está basada en nuestras obras? ¿Qué pasaje de la Biblia nos enseña esto? ¿Por qué aceptamos que Dios sea el autor de nuestra salvación, pero pensamos que somos nosotros los autores de nuestra santificación? Tenemos un solo evangelio: No podemos seguir dos evangelios diferentes: uno para la salvación y otro para la santificación; uno basado en los méritos de Cristo, y otro basado en nuestros méritos propios.

Pablo dice: Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él, Colosenses 2:6: ¡Qué tontos son ustedes, gálatas! ¿Quién los embrujó? Yo les expliqué con claridad el significado de la muerte de Jesucristo. Déjenme hacerles una pregunta: ¿recibieron al Espíritu Santo por obedecer la ley de Moisés? ¡Claro que no! Recibieron al ES porque creyeron el mensaje que escucharon acerca de Cristo ¿Cómo pueden ser entonces tan tontos? Después de haber comenzado a vivir la vida cristiana en el Espíritu, ¿por qué ahora tratan de ser perfectos mediante sus propios esfuerzos? Es por esta razón que el apóstol Pablo dijo las siguientes palabras: Gálatas 1:6-7 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

¿Notan el contraste que intenta mostrar Pablo? Es el mismo defecto de nosotros: pensamos que la salvación es por los méritos de Cristo, pero nuestra transformación está basada en nuestros esfuerzos. En las palabras de Pablo, eso consiste en un evangelio diferente, que para los que lo practican, ¡¡¡¡hay una maldición sobre ellos!!!! Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema. Gálatas 1:9

3. EL EVANGELIO NOS OFRECE A UN PODEROSO REDENTOR
Que murió por nuestros pecados. Esta es una enseñanza que también se nos olvida cuando nos miramos como hijos de Dios. No necesitamos escondernos, o defendernos, negar, o minimizar nuestras faltas, o excusarnos porque hubo alguien que pagó de manera completa y definitiva cada una de nuestras faltas.
De nada sirve tratar de pagarle –o compensarle- a Dios con nuestro comportamiento, pues aparte que sería insuficiente (nadie podría pagar el precio) sería un insulto al sacrificio perfecto y santo que hizo el Señor Jesús. El profeta Isaías dice que Dios cargó en Cristo el pecado de todos nosotros. Como sabemos, Jesús llevó sobre sus hombros todos nuestros pecados; él fue castigado en nuestro lugar. Pero eso no lo es todo; el evangelio nos ofrece un salvador perfecto …
Que vivió una vida perfecta en nuestro lugar. Debemos escuchar las dos partes del
evangelio: ¡Cristo murió por cada uno de los miles de nuestros pecados! ¡Cristo vivió más de 12 mil días sin cometer UN SOLO PECADO! Piensa que cada año, cada semana, cada día, cada hora, cada segundo que pasaba… él vivía de manera perfecta, obedeció en cada una de las oportunidades que tuvo, y nunca falló, jamás pecó. Y esa vida perfecta la vivió en tu lugar; y por la fe en Cristo, esa perfección es totalmente tuya. Si Cristo sólo hubiera muerto por nuestros pecados sólo habríamos evitado el castigo eterno de nuestras almas, pero todavía no estaríamos bien en nuestra relación con Dios. Por eso la Biblia nos enseña que cuando venimos a Cristo por la fe, su justicia perfecta, es decir, su obediencia perfecta a toda la ley de Dios ES NUESTRA.
Romanos 3:21-22 dice: ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Filipenses 3:9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…
Piensa en cualquiera de los pecados con los que más batallas: ¿Mentira? Jesús SIEMPRE habló con la verdad; ¿lujuria? Jesús siempre fue limpio de corazón; ¿amargura, odio, resentimiento? Jesús siempre trató a la gente con compasión y perdón; ¿fidelidad al Padre? Jesús SIEMPRE hizo la voluntad de Dios. Por cada pecado que hayas cometido, Jesús hizo lo correcto ante los ojos de Dios, y lo hizo en tu lugar, como si tú lo hubieras hecho. Y eso es lo que Dios ve en ti cada vez que te mira. No mira tus faltas, tus esfuerzos y méritos, sino la perfección de Cristo; mira la justicia intachable de Jesús.

4. EL EVANGELIO ES EL MOTOR PARA VIVIR EN VERDADERA OBEDIENCIA
Filipenses 1:27 que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo,
El evangelio es el único combustible que nos impulsa a vivir una vida agradable a Dios, una vida de obediencia gozosa. Cuando entendemos el evangelio:
• nos liberamos de la presión de lucir bien ante Dios, o ante las personas; porque la justicia de Cristo es la que ve Dios;
• nos liberamos de la culpa asfixiante por no alcanzar las normas de Dios; porque la muerte de Cristo ha cubierto mis faltas;
• nos liberamos de la presión de llamar la atención de los demás a nuestras cualidades y logros por temor a que a alguien se les pase;
• nos libera de la presión de estar siempre en lo correcto y seguro, de estar a la defensiva, no dispuestos a fracasar, e incapaces de recibir crítica.
• Nos liberamos de tener nuestra identidad en nuestros logros y nos miramos en lo que Dios nos ha hecho ser en Cristo.
Cuando nos deshacemos de todas estas presiones, estamos en plena libertad de obedecer gozosamente a un Rey Amoroso y Majestuoso que nos ha amado hasta entregar a su hijo por mí. Le obedecemos por el puro placer de hacerlo; por el gozo de servir a un Dios irresistible.
Una vez que entiendo que vivo por la gracia enorme que ha sido derramada en mi vida, es cuando empiezo a tratar a los demás con esa misma gracia con que yo he sido tratado. Empiezo a verme como un canal de gracia hacia los demás, sin importar cómo me traten. Entender que por su amor a mí, Cristo murió por mis pecados, me impulsa a amar a los demás de esa misma manera. 1 Juan 4:11 Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
Cuando entendemos el evangelio, miramos el poder de la cruz, vemos el sacrificio de Cristo por que vivamos en santidad, cobramos el coraje suficiente para decirle NO a la tentación; recordamos que hemos sido comprados a precio de sangre, y entonces podemos vencer la tentación.
Tito 2:11-12 La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente…
2 Corintios 5:14-15 Porque el amor de Cristo nos impulsa, considerando esto: que uno murió por todos; por consiguiente, todos murieron. Y él murió por todos para que los que viven ya no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Como podemos ver, el evangelio nos impulsa a vivir en obediencia: para agradarlo, y honrarlo por lo que ES, para parecernos más a Jesús y para encontrar nuestro gozo en él. Como dice el Salmo 40:8 Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío.

CONCLUSIÓN
Mírate cada día a través del espejo del evangelio. Verás lo horrible que es ser pecador, pero verás lo exquisita que es disfrutar la gracia. Deja de jugar al “Yo no fui”. Deja de ganarte el favor de Dios con tus buenas acciones. Más bien, recuerda cómo empezaste tu relación con Dios: por su gracia. Acércate al trono de la gracia. Reconoce y acepta tus faltas, pues tienes a un Gran Redentor que te perdona y te otorga una justicia completa. Obedece al Señor con sencillez de corazón, descansando en su gracia, y extendiendo esa gracia hacia lo que te rodean. Si el evangelio que tienes hoy no puede hacer todo esto, abandónalo y sigue el evangelio verdadero, que es poder de Dios para tu transformación.
No te alejes del evangelio; mantenlo siempre frente a tus ojos. Predícatelo cada día. Sólo así llegarás a ser como Jesús.

2 comentarios:

  1. gracias por el blog. ahora tenemos una pagina mas donde piratear sermonesconfiables! jajajaj...bendiciones en el camino.

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  2. Bueno, al menos serán confiables, jajajajaja. Gracias Liz.

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