miércoles, 28 de abril de 2010

La Impuntualidad

Quiero comentar algunas ideas acerca de un asunto que hemos relegado lamentablemente a un segundo o tercer plano en nuestra vida como hijos de Dios: la impuntualidad. Debo confesar que me acerco a este tema, no como un experto que ya lo ha superado, sino todo lo contrario, como un pecador más que necesita la gracia del Señor para honrarlo en esta área importante de la vida cristiana. Es un hecho que evitamos hablar de los temas en los que nos sentimos más débiles. Reflexionemos en la impuntualidad bíblicamente injustificada.

I. La impuntualidad es un pecado de omisión
La impuntualidad no sólo es un mal hábito, o un defecto: es algo más serio. Santiago 4:17 dice que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado. ¿Es pecado no leer la Biblia, o no orar, o no congregarse, o no perdonar? Claro que sí, porque son mandatos del Señor. Dios nos pide orar, leer su Palabra, perdonar, etc., y al no hacerlo estamos desobedeciendo.
Entonces, si sabemos que es bueno llegar a tiempo a un compromiso, y más cuando se trata de nuestro compromiso con la iglesia del Señor y no llegamos a tiempo, fallamos y dejamos de hacer lo que es bueno.
1 Corintios 14:40 dice también que todas las cosas deben hacerse con orden. ¿Qué orden se puede ver al llegar tarde a nuestros compromisos? Quizá tratemos de excusarnos diciendo: “Si nadie o casi nadie llega temprano, ¿para qué me molesto llegando temprano?” No importa que nuestra cultura latinoamericana sea impuntual. No importa que los demás lleguen tarde; nunca es sabio –y ciertamente altamente peligroso- juzgar si algo es bueno o malo dependiendo de cuántos lo estén haciendo o dejándolo de hacer. Los creyentes nos guiamos por la Palabra de Dios, no por lo que hacen los demás. ¿Y cómo debemos tratar cada pecado, sin importar si es de comisión o de omisión? Con arrepentimiento, confesión y obediencia.

II. La impuntualidad revela falta de dominio propio.
Eclesiastés 3:1 dice que todas las cosas tienen su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. El capítulo 8:5,6 añade: El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio. 6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo: 7 días a la semana, 24 horas cada día, 60 minutos cada hora y 60 segundos cada minuto. Ni uno más. Y Dios quiere que usemos cuidadosamente cada valioso segundo que él nos regala de vida en las actividades que se requisen: dormir, cocinar, comer, trabajar, y para los asuntos más particulares del reino de Dios.
Lo que revela nuestra impuntualidad es que no somos buenos mayordomos de nuestro tiempo, que somos desorganizados, que no somos sabios, no preparándonos para lo que tenemos que hacer. Ya sea que no hagamos las cosas a tiempo, las dejemos para después, o tomemos más tiempo del debido, estamos haciendo un mal uso del tiempo que Dios nos da y lo estamos gastando de manera que no glorifica a Dios.
Sucede lo mismo con la comida. Nos falta ejercer dominio propio para comer lo necesario, ni más ni menos. Unos pecamos de comer de más, otros pecan de comer de menos. En ambos casos, necesitamos la gracia del Señor para comer lo necesario. Ser puntual entonces nos ayuda a ejercer auto disciplina para cumplir cada una de nuestras responsabilidades a tiempo para llegar a tiempo a la siguiente.
El Dr. Donald Whitney dice: una vida piadosa es el resultado de una vida espiritual disciplinada; y en el centro de una vida espiritual disciplinada está la disciplina del tiempo. Jesús mismo nos da el ejemplo, pues como dice Lucas 22:14: Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Gálatas 4:4 dice que cuando se cumplió el tiempo, él vino al mundo. Su vida es un modelo de perfecto orden, armonía y disciplina.

III. La impuntualidad es una falta de amor al prójimo
La impuntualidad demuestra una falta de consideración por los demás. Llegar impuntual es como decirles a los demás: "No me importa su tiempo. Yo puedo usarlo como a mí me dé la gana. Ustedes tienen que pensar en mí." Por el contrario, al llegar puntual estamos mostrando que el tiempo de las demás personas es también importante para nosotros. Ser puntual es mostrar un interés por los demás y no sólo en el mío.
Otra forma de entender esto es pensando en que ser impuntual es una forma de robar. Sí. Al llegar tarde perjudicamos a los demás porque estamos tomando un tiempo de los demás que no nos corresponde. Los que disciplinadamente han llegado a tiempo tienen que ajustarse a nuestro tiempo, tomando más tiempo del que hayan dispuesto para otras actividades.
Filipenses 2:3 dice “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. …” Y una forma muy concreta de mostrar esta consideración es mediante la puntualidad.
Al llegar tarde a nuestros compromisos estamos fallando en el 2º mandamiento más importante: el amarnos unos a otros. Muchos no nos damos cuenta de cuánta frustración hemos causado a otros por sus atrasos y de cuánto desaliento hemos sembrado en los corazones de nuestros hermanos. Jesús nos enseñó que debemos hacer a los demás como nos gustaría que hicieren con nosotros.

IV. La impuntualidad es altamente nociva para todos
La impuntualidad es –al igual que las demás faltas- progresiva. Nada que haya sido afectado por el pecado tiende naturalmente a mejorar, sino lo contrario. Tendemos a ser impuntuales y esta tendencia se va incrementando sin que nos demos cuenta de su avance hasta que enfrentamos las consecuencias: llamadas de atención o sanciones, reclamaciones, etc.
Y de igual manera como todas las cosas malas, la impuntualidad es contagiosa. Un poco de levadura es suficiente para leudar toda la masa. En el caso de la iglesia, por lo general son los nuevos creyentes lo que tratan de llegar a tiempo; pero cuando ven que los hermanos con más tiempo en el Señor son descuidados al llegar tarde a las reuniones, ellos también siguen su mal ejemplo. Se van acostumbrando a la práctica general y es así como más se añaden a este triste y vergonzoso grupo de impuntuales.
Aunque no somos responsables del pecado de los demás, la Biblia sí es clara al exhortarnos a dos cosas muy importantes: a) no ser piedra de tropiezo para nadie, y b) ser ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, fe y pureza.
Es tiempo de ponerle un alto a esta costumbre contagiosa y degenerativa y demostrar que nuestra conducta fluye de un corazón que ha sido renovado por el Señor.

CONCLUSIÓN
Resumiendo: La impuntualidad:
  • Es un pecado de omisión
  • Expresa falta de dominio propio
  • Muestra una falta de amor al prójimo
  • Es nociva para todos

La impuntualidad es incompatible con la nueva vida cristiana. Según Efesios 2:10, hemos sido creados en Cristo para buenas obras, y la puntualidad es una virtud tan espiritual, necesaria, edificante como las demás disciplinas espirituales de la vida cristiana como leer la Biblia, congregarse, evangelizar, ofrendar, etc.
Acudamos al Señor y veamos nuestra impuntualidad como un pecado del que debamos arrepentirnos; esforcémonos por crecer en puntualidad, por amor a Dios, para la edificación de los hermanos y el buen testimonio ante el mundo.

5 comentarios:

  1. Pastor y maestro: Me alegra mucho saber que te animaste a publicar un blog. Espero que éste sea de mucha bendición para todo aquel que lo lea.

    Saludos y adelante!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Johan. Espero contribuir con mi granito de arena.

    ResponderEliminar
  3. Apreciado Pastor: Te felicito por crear este espacio. También lo agradezco. Es refrescante recibir tan rica enseñanza, salpicada de tu estilo característico. Ya leí todos los artículos y me parecen excelentes. Dios te siga bendiciendo.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por traer luz a esta problemática costumbre mal hábito que hay en las iglesias, consideraré y lo pondré en práctica, dandole valor a su enseñanza. Saludos!

    ResponderEliminar