martes, 15 de junio de 2010

¿Quién te evalúa?


Yo en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros, o por tribunal humano; y ni aun yo me juzgo a mí mismo.Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios. 1 Corintios 4:3-5

Cuando eran pequeñitas, antes de salir a la calle, mi esposa Gladys me enviaba a mis hijas para que les diera un chiflido en señal de aprobación de la ropa que iban a llevar puesta. Después del chiflido, ellas sabían que estaban listas para salir. Aunque ya son unas adolescentes, y ya sin el chiflido, todavía creo que -como padre- es mi responsabilidad supervisar que su manera de vestir sea, según la Biblia, modesta y decorosa. (1 Tim. 2:9)
Todo el tiempo, la gente nos está calificando, nos está evaluando; vivimos nuestras vidas constantemente bajo la inspección de los demás:
- Cómo andamos vestidos
- La forma particular en que nos expresamos al hablar
- Lo que (y cuánto)comemos
- Las características físicas particulares: estatura, color de piel, peso, edad, etc.
- Las amistades que escogemos
- La calidad de nuestro trabajo
- La música que escuchamos
- Las creencias (religiosas, políticas, económicas, de salud, etc) que profesamos

Todo, sin excepción, sin importar que esté bien o mal, es susceptible de ser evaluado por la gente que nos rodea. El asunto es que a todos nos preocupa que los demás nos estén calificando, pues todos los seres humanos anhelamos la aprobación por lo que estemos haciendo. Por eso, cuando alguien habla de nosotros, nos ponemos nerviosos, y más si se trata de alguien cuya opinión es muy importante para nosotros.
¿Cómo enfrentar esta dinámica tan temida, que es ser evaluado y criticado por la gente? ¿Qué dice la Biblia al respecto? Veamos de nuevo el pasaje anterior para entender mejor cómo debemos responder.

1. Aprende a vivir con la crítica.
Es como vivir con la diabetes. Hasta donde se sabe, no se le puede erradicar, pero sí aprender a vivir con ella. Así es con la crítica. No es posible evitarla, pero sí es posible prepararse para enfrentarla.
Mantengamos en mente esto: Es ingenuo esperar que la gente aceptará y aplaudirá todo cuanto hagamos; pero también es irrealista creer que toda la gente nos va a rechazar por todo lo que hagamos. Así que no debemos desinflarnos o pensar que es el fin del mundo cuando alguien hace algún comentario de nosotros; es normal. Hay gente que se entristece o deprime al mínimo comentario desfavorable. No nos cerremos a la crítica. Es el pan nuestro de cada día.
¿Por qué Dios permite que seamos criticados? Sencillamente porque es una herramienta excelente que él usa para que desarrollemos un concepto más preciso de nosotros mismos. Es un recordatorio de que somos imperfectos, y que Dios aún no ha concluido su obra de transformación en nosotros.

2.Recibe y valora sabiamente la opinión de los demás
Pablo dice que tiene en muy poco el ser juzgado por la gente que lo estaba criticando. Otras versiones dicen "es poca cosa, de poca importancia, me importa poco". La actitud del apóstol no era una de “no me importa –o me vale- lo que digan”. Como creyentes en Cristo debemos esforzarnos en tener un buen testimonio, hasta donde nos sea posible y dependa de nosotros. Se supone que vivir haciendo la voluntad de Dios contribuye a gozar de la buena opinión de la gente, especialmente de los que no conocen al Señor.
Sin embargo, corremos el grave peligro –con sus terribles consecuencias si vivimos controlados por la aprobación de los demás. La Biblia llama a esto temor al hombre. Hay varias versiones de esta debilidad, pero la más común, consiste en buscar la aprobación de los demás.
Proverbios 29:25 nos enseña que el temor del hombre es una trampa, pues nos aleja de nuestro llamado de vivir buscando agradar al Señor. Es decir, si no estamos buscando agradar al Señor terminaremos buscando agradar a las personas y eso es una búsqueda interminable. Por el contrario, si nuestro enfoque está en cómo nos evalúa el Señor, podremos recibir y valorar sabiamente la opinión de los demás.

3. Alerta con tu defectuosa propia opinión.
Pablo dice algo muy importante en el vr. 1. Dice que ni su propia opinión es determinante para evaluarse a sí mismo. ¿Por qué dice esto?
Recuerdo bien una mañana en la clase de biología en la escuela secundaria. Había estudiado poco y la maestra era muy exigente. Hicimos el examen y al final nos pidio que nosotros mismos nos calficáramos. Nos dijo que tenía poco tiempo para hacerlo, por lo que nos pedía que la ayudáramos. Al final, ella nos pediría que al pasar lista, nostros leyéramos la nota de calificación. ¿Cómo creen que me autocalifiqué? ¡Claro! Casi con la más alta nota. Yo pensé: "Voy a obtener una excelente calificación que les presumiré a mis padres. Esa alegría me duró muy poco, pues la maestra nos dijo que ese examen OBVIAMENTE no contaría.
Todos luchamos con un concepto más alto que el que debemos tener. Esa es la advertencia en Romanos 12:3. Por ignorar el evangelio, nos pasamos la vida maximizando nuestras buenas obras y minimizando nuestras fallas y las normas santas de Dios, con tal de tener una buena opinión de nosotros mismos.
Esta es la muestra de que nuestro corazón es engañoso, perverso y falto de confiabilidad. Necesitamos otro calificador; otra voz más confiable, aunque dolorosa.

4.Busca siempre la siempre confiable y precisa aprobación del Señor.
Pablo dice: "el que me juzga es el Señor". Es decir, la opinión que más le importaba era la del Señor. Una vez que el Señor y la Biblia son la opinión final, autoritativa y decisiva, quedamos libres de la esclavitud a la opinión de la gente y también de nuestra sesgada opinión.
Dios es es el único que nos conoce a la perfección; él mira lo que la gente no puede mirar; él conoce lo más íntimo de las intenciones y pensamientos.
Ésa es la única opinión que nos debe importar, incluso en caso de sea desfavorable para nosotros, pues él mismo es quien nos ofrece su gracia para aceptar nuestras fallas y pecados, así como el poder para perdonarnos y para cambiar.
Recordemos que en el evangelio tenemos el lugar seguro cuando somos criticados. Tenemos a un Cristo que murió en nuestro lugar y que ha comprado nuestra aceptación para con Dios a través de su vida perfecta y su muerte en la cruz. Al creer en él, estamos unidos a Él y Su justicia es nuestra justicia. Podemos recibir todo tipo de crítica con humildad.

¿Dónde eres criticado más? ¿Quién te critica más? ¿Cómo vas a responder a la evaluación de los demás? ¿Te deprimirás, o la usarás como un buen empiezo para examinarte a la luz de la Palabra de Dios?
No le temas a la crítica. Lo mejor que te puede pasar es que los que te critican tengan razón, aunque sea en alguna medida y así puedas corregir lo incorrecto, para mejorar lo que estés haciendo. Siempre hay espacio para crecer y corregir asuntos en nuestra vida. Todas las cosas ayudan a bien.
No le temas a la crítica. Recuerda que en Cristo, LA opinión más importante está a tu favor.

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